miércoles, 22 de diciembre de 2010

esdrújula

ahora lavás tus dientes con nafta y sabés
que todo lo que hiciste anoche
no sirvió de mucho;
ni el humo que masajea tu mente
ni lo pegajoso de tus recuerdos
pueden empujarla al pozo del olvido

ahora que los pibes oyen dread mar i
en sus autos tuneados,
vos ponés música
de morphine a los cuentos de Onetti;
dentro de tu cabeza invocás su nombre tres veces
y lo exhalás por la nariz como el humo de este porro




son las cinco de la tarde
supongo que te estarás levantando

supongo que habrás encendido la radio,
abierto el ventanal y asomado al balcón.
también supongo que estarás poniendo la pava
en la cocina, y que habrás encendido tu
primer lucky del día.

ya te veo, sentada en tu cama
mirando al sol mientras la iglesia te muestra
su costado más enmohecido,
mientras tus rulos alborotan tu cabeza

y yo…

yo, supongo, tratando de entenderte,
(o de olvidarte)
sentado frente al Paraná
leyendo a Girondo

también supongo que por capricho (o por escape)
estoy en la orilla de este río
viendo como un ultramar se impone entre las aguas,
y el puente(más allá) dejando pasar los autos que van y vienen
como hormigas sobre su lomo de concreto.


a la velocidad de la luz
creciste sin casa;
en la escuela del frío
abanderada del silencio

tus guirnaldas de la histeria,
tu mejor vestido;
tus mantas del miedo, el abrigo mejor

en la adolescencia de la duda
la incertidumbre te besó
y ahora la niebla es
un cangrejo en tu mente

(todo tu futuro es de reptiles)



anoche alguien jugó a la ruleta rusa
pero en lugar de cargar balas
puso bocas, besos, lenguas, insípidas tetas,
vaginas con olor a bóveda, arañas,
recuerdos careados, ausencia, silencios,
fuego, y porno-mortajas-ebrias al tambor.
sin embargo, hacía tanto frío que las balas no salían.
el frío postergaba el juego-suicidio.

entonces alguien llamó.
miró a todos lados, pero no había nadie alrededor.
busco, miró, pero no encontró a nadie.
buscó y miró.
buscó y miró.
al fín recordó que sus ojos habían quedado en su casa
(en la de ella)
allí, en donde la ducha no debía de demorar
más de cinco minutos, sino,
el calefón se apagaba.



esta ausencia tan presente
este silencio que grita
este frío que arde
esta quietud inquieta
estas palabras que mastico
este desierto que me orina
                                 los ojos



anoche fui hasta el río
allí estaba nuestro banco: roto
alguien lo había destrozado
el asiento estaba sobre lo que alguna vez fueron sus patas
estaba ahí, inerte, inútil, inmóvil
alguna vez nos sentamos en él y contemplamos el río
el sol estaba tan lejos (esa vez) que hizo que te pusieras tu campera

mientras caminábamos (en silencio) por la orilla
vimos los peces muertos y una sustancia roja salir de la alcantarilla

ahora en la tele pasan un video de David Bowie;
estoy cruzado de piernas y tengo un pantalón negro:
lo usaré hasta que los reptiles abandonen tu casa
y el silencio deshabite tu boca



como una sombra
el silencio se erecta impunemente


















septiembre/diciembre, 2010

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